El mundo tratará de cerrar en París el primer acuerdo global contra el cambio climático en los próximos 15 días. 195 países buscan reemplazar el Protocolo de Kioto, un pacto que desde su aprobación en 1997 no ha conseguido reducir las emisiones globales de gases de efecto invernadero. Ahora se intenta un pacto que comprometa a todos. Casi 180 países han presentado antes de la cumbre planes voluntarios de reducción de emisiones. Pero esos esfuerzos no son suficientes para impedir que la temperatura suba más de dos grados a final de siglo, el límite fijado por la ciencia como crítico.
Más de 140 presidentes y jefes de Estado tomarán la palabra hoy en la capital francesa en uno de los mayores encuentros diplomáticos registrados fuera de Nueva York, sede de la ONU. Y sus discursos versarán sobre un problema común que recorre de norte a sur el planeta: el calentamiento global.
Pese a las alertas, el ser humano ha seguido aumentando las emisiones a través de la generación de energía, la industria, el transporte y la agricultura en las últimas décadas. Se prevé que en 2020 el volumen de emisiones mundiales anuales se duplique respecto a 1970.El nombre de París, una ciudad traumatizada por los atentados de hace unos días, puede quedar unido para muchas décadas a la lucha contra el calentamiento global si de la cumbre internacional que acoge sale un pacto efectivo dentro de dos semanas. Este 2015 está a punto de cerrarse como el año más cálido desde que hay registros. Paralelamente, la acumulación de gases de efecto invernadero en la atmósfera también está en niveles históricos. La ciencia relaciona estos dos hechos y los Gobiernos han asumido ya esa vinculación.
Ya se han celebrado 20 reuniones de la ONU como la que acoge París, sin que se haya cerrado un acuerdo que comprometa a todos en la reducción de emisiones. La Unión Europea, que negocia como un bloque, llega con una de las propuestas más fuertes: reducir al menos un 40% sus emisiones en 2030 respecto a 1990. Y con un mensaje: se puede crecer económicamente con menos CO2. Entre 1990 y 2012, las emisiones cayeron en Europa un 17,9%. Eso es en términos globales, porque hay excepciones nacionales como España, donde en ese mismo plazo crecieron un 22,5%.
Pero Europa solo representa al 10% de las emisiones mundiales. Sin China y EE UU, se volverá a fracasar en el objetivo que se quiere fijar: reducir las emisiones para que en 2100 el incremento de la temperatura no supere los dos grados de media respecto a antes de la Revolución Industrial.
Esta vez, tras seis años intentando cerrar el pacto, las dos principales potencias han mostrado voluntad de acuerdo. El problema surge al bajar al detalle. Por ejemplo, la UE quiere que el acuerdo tenga puntos jurídicamente vinculantes, algo que incomoda EE UU, que no llegó a ratificar Kioto precisamente por esa obligación jurídica. "La UE no aceptará solo una declaración de principios", dice el secretario de Estado de Medio Ambiente de España, Pablo Saavedra.
Aquí está otro de los puntos de tensión de París: la financiación. Hay dudas sobre quién debe poner los 100.000 millones de dólares anuales que a partir de 2020 deben estar dentro del llamado Fondo Verde. "Tiene que aportar todo aquel que pueda según sus capacidades", opina Vallejo. Sin embargo, otros Estados insisten en que tienen que encargarse de la financiación los que han desatado el problema: los países desarrollados tras décadas de emisiones.
En el pacto parece que fijará la meta de los dos grados. Pero los compromisos de mitigación que 180 países —el 95% de las emisiones mundiales— han presentado antes de la cumbre no son suficientes y colocan al planeta en un incremento de al menos 2,7 grados. La UE pretende que, para solucionar esta brecha, cada cinco años se revise al alza el acuerdo.
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